De hacerme de ese espíritu maligno
lo guiaría a envenenar
al espía silencioso de esa noche alcoholizada
al que busca y no se encuentra
al que quisiera ya no ser
un viajero solitario de tenebrosas pesadillas.
De deshacerme en ese espíritu maligno
lo transportaría hasta el flagelo
a cargarse con el soy y evaporarse en el paisaje
de las mentes y de los viajes
de los que sufren y no mueren
los que quisieran ser
mensajeros hasta esos siempres
de esperar a sucumbir en el despertar incomprensible.
Fernando Vera
miércoles, 5 de marzo de 2008
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