Luthier de mi intelecto
de maderos toscamente inquebrantables
hechizan en eternas vidas sus ensueños.
Como esa magnum que manipula el raciocinio
cada paso desvía ésta su carga
y afila su ignorancia el martillero.
La figura resalta en la demencia
del homicida que ejecuta su instrumento,
una mueca, una oreja, una vehemente pasión
atornillándose a ese banco de pruebas del artista soñador,
de ese gran luthier, luthier de estos lamentos,
luthier de esta romanza, manipulador del corazón
y las palabras.
Fernando Vera
jueves, 6 de marzo de 2008
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